No podía dormir, podría estar durmiendo pero algo que tenía pendiente…
Una amiga me dijo: “El periodismo es una profesión egoísta,
tienes que dejar el corazón siempre a un lado”. Aunque cuesta he aprendido a
desenvolverme así, pero hoy fue imposible evadir una sensación de tristeza, tal
vez, por haber vivido la muerte de dos tíos enfermos del cáncer y sé que no es un
proceso fácil.
Llegué hoy a la sala de redacción con mi mejor pinta de
diva, con mi acostumbrada falta de tener un centro de visión, observé que mis
compañeros estaban consternados y solté un relajadísimo “¿qué les pasa mis
beibis?”.
Hasta escuchar, al fondo de algunos llantos, la voz no muy
enérgica de Maduro dando una noticia, que era difícil creer, Chavéz ha muerto…
Me senté y me dije: "No lo puedo creer", con unos dedos temblorosos comencé a
escribir el discurso del Vicepresidente para estar de turno al bate, cuando un
compañero pidiera que lo relevará.
Recordé a muchos buenos amigos y familiares, verdaderos
revolucionarios, que estarían destruidos con esa penosa pérdida, si yo que
intentó estar fuera de esas etiquetas políticas, tenía mis ojos enlagrimados y
al escuchar la voz del Evo Morales, reducido y con una tristeza enorme, no
aguanté y lloré.
Cuando vi las manos de Chávez en la última cadena del 08 de
diciembre, me dije creo que está muy malito; además, de reconocer que era un
proceso muy duro al que se iba a someter.
Yo no he sido una chavista exacerbada y tampoco he declarado un amor infinito a Chávez, incluso cuando se lanzó a Presidente, les peleaba a mis
mayores que no era factible votar por un militar que había que observar la
historia de Venezuela y blablablá.
Luego puej ni habló, crecí en los 90’ una época muy pop, y
bueno las caritas bonitas prevalecían ante que la idea.
Hasta que entré en la Universidad Central de Venezuela,
comencé a congeniar con algunas ideas revolucionarias, especialmente, por todo
ese rescate de la historia; pero luego te trastocaba la realidad y veía todo
muy mal, le reclamaba que no se hacía nada, que por qué estaba ese hombre en el
poder.
Un buen día, en plena clase de periodismo, un invitado extranjero
a una clase nos pregunta “qué tipo de periodismo quieren hacer”, y me lancé una
de “periodismo de guerra”. Su trayectoria le dio el derecho a burlarse de esa
respuesta y nos dijo a todos “y porque no sacan provecho de la realidad de su
país”.
Caramba, lo entendí hasta que salí de mi burbuja de cristal
y comencé a trabajar en un periódico, muchos días sumergidas en la comunidades
de esos sectores populares, con una señora explicándome como Chávez le dio la
voz a ese pueblo y de cómo eran el Poder Popular del Gobierno, así no hubieran
visto nunca al Presidente. Algunos me parecían “unos loquillos”, pero me
ayudaron a comprender su lucha y su amor por Chávez, por primera vez, los
pobres eran escuchados.
Luego, tomé un camino distinto, pero en el que prevalecía el
contacto con la gente del barrio, a pesar de mis prejuicios (tonto
decir que no los tenía), ellos no tuvieron ninguno conmigo y nunca le pareció
fuera de lugar mi mandibuleo, ni mi sifrinismo, ni mis apodos. Trabajamos en
conjunto, los chamos, con las señoras y hasta con los gatos, todos por una
Venezuela sin violencia, bajo ese sentido de la corresponsabilidad ciudadana, y
aunque lo explique a muchos de mis amigos, simplemente, me tildaron. Les
insistía en que todos debemos ser responsable en las decisiones y proyectos de
nuestro país, que así nos pareciera tonto ir a una junta del Consejo Comunal
debemos estar allí con nuestra voz y nuestra opinión.
Tuve la oportunidad de estar en cinco pautas con Chávez, y
en todas (hay que reconocerlo) la Guardia Presidencial no se comportaba de la
mejor forma conmigo, y bastante veces me acusaron de golpearlo con el grabador.
Hay un legado que es reconocido y merece respeto, espero que todos los venezolanos tengamos la suficiente sensibilidad y responsabilidad para llevar a esta Patria
hacia adelante, que se rescate lo bueno y se corrijan los errores. Que los dos sectores políticos de este país se entiendan y
reconozcan la existencia del otro, en fin que vuelva la convivencia pacífica a
este país.
He escrito una decena de notas hoy sobre esta noticia, he
estalkeado para buscar información, he escrudriñado páginas de agencias, he
visto decenas de salutaciones y lo más importante, vi a un pueblo llorar, por
lo me quedaba algo pendiente como venezolana: llamar a la UNIDAD y al RESPETO.
Indudablemente, hoy nace la leyenda de un llanero que se convirtió en un líder latinoamericano.
Paz a sus restos y para nuestra Venezuela.
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